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Fundación Chadileuvu

La energía nuclear en el ojo de la tormenta

La catástrofe nuclear de Japón pone en duda el futuro de dicha energía  en el mundo. Hasta el momento en que se produjo el terremoto y tsunami el mundo parecía decidido a un veloz desarrollo de numerosas usinas atómicas, EU, Alemania, Argentina, Chile y otros países estaban construyendo, o al menos planeaban hacerlo, numerosas plantas energéticas basadas en lo nuclear. Tal decisión estaba ligada a la crisis energética determinada por el inminente comienzo del agotamiento de las principales fuentes con que cuenta el mundo (el petróleo y el gas).


La economía mundial necesita obligadamente disponer de fuentes de energía abundantes, seguras y baratas para poder funcionar. Es impensable imaginar una economía que no sea creciente en el tiempo, de hecho la teoría económica se fundamenta en gran medida en la necesidad del crecimiento permanente.

El uso pacífico del átomo es considerado indispensable para mitigar el decrecimiento esperable de otras fuentes energéticas. Incluso la investigación de la fusión nuclear, considerada como la fuente energética inagotable del futuro, también es mas que sospechada por el peligro que implica su tecnología mucho mas compleja.

Tanto Japón como Francia son dos ejemplos de la generación eléctrica a partir de usinas atómicas, ambos tienen una total dependencia de este tipo de energía.

Los movimientos ecologistas y partidos verdes han hecho una bandera política del peligro nuclear, este sentimiento ha permeado a la población, y aún a los gobiernos. El temor ha determinado resultados eleccionarios inesperados en las últimas elecciones de  Alemania, el sentimiento de peligro ha obligado a los gobiernos a revisar sus planes en España, Chile y EU. La seguridad atómica está puesta en duda y los sentimientos antinucleares serán un movimiento crecientemente importante.

La situación es extremadamente dilemática, por un lado es imprescindible contar de manera urgente con nuevas fuentes de energía, y por otro lado lo nuclear implica un peligro real más allá del refinamiento tecnológico actual.

Cómo la demanda energética crece aún más que el incremento poblacional, una gran incógnita aparece en el horizonte: ¿es sustentable la población mundial con los recursos disponibles? No lo sabemos porque la respuesta es abierta, depende de quien quiera responderla. Sin duda sobre este tema se escribirá y discutirá mucho en los foros académicos y políticos. Pero esa es otra historia.