4.- Contexto histórico
Es pertinente destacar a los efectos de una comprensión integral del problema que ya en el año 1808 el río Diamante, que hasta entonces era afluente del Atuel y le aportaba un caudal similar al que llevaba éste, fue desviado hacia el oriente por un poblador, a fin de aliviar un extenso tramo desértico (CIG, 1983). Este dato se da solamente como referencia para la comprensión del proceso histórico y explicación de la enorme llanura aluvial que va desde el sur mendocino hasta el centro de La Pampa y no implica reclamo ni revertimiento alguno de la situación.
Este fue el primero de una serie de cortes sufridos por el río pero no tuvo repercusión poblacional o económica alguna debido a que por ese entonces, desde la latitud del desvío hasta el Estrecho de Magallanes, eran tierras baldías, ocupadas por indígenas de tronco mapuche y tehuelche que vivían de la caza y no hacían agricultura de regadío.
Con la ocupación militar de la Pampa y la Patagonia, en 1879, (Medús et al, 1983) y el desplazamiento de los indios, hubo un cambio en la faz económica y social de la Argentina y las tierras antaño abandonadas comenzaron a valorizarse, en la parte oriental según las precipitaciones pluviales y en el occidente desértico por sus posibilidades de agua y regadío.
Otra consecuencia fue la aparición de nuevas formas políticas dentro de la Nación Argentina; así, aparecieron los llamados Territorios Nacionales, entidades administrativas con límites precisos, pero políticamente dependientes de la Nación
en casi todos los aspectos y contrastando con las llamadas “provincias tradicionales”, que se originaron en los tiempos de la colonización española y contaban con mecanismos políticos autonómicos. De estos Territorios Nacionales ubicados sobre Pampa y Patagonia el más septentrional fue el que se dio en llamar La Pampa o Pampa Central. El río Atuel quedó encabalgado sobre la provincia de Mendoza, donde nace, y el Territorio Nacional de La Pampa, donde concluía en una vasta confluencia con el Salado-Chadileuvú (CIG, 1983).
Los factores históricos han hecho que la República Argentina se desarrollara, principalmente, de norte a sur. Así los oasis de regadío creados en la provincia de Mendoza, en la que nace el Atuel, fueron creciendo hacia el sur; el último de ellos fue el correspondiente a nuestro río, que comenzó a efectivizarse hacia finales del siglo XIX con la creación de colonias agrícolas en el valle del Atuel, que prosperaron rápidamente con la llegada del ferrocarril y la afluencia de inmigrantes. En este progreso tuvo mucho que ver la acción dinámica impresa por el gobierno mendocino, que era el de una provincia autónoma.
Simultáneamente, en el territorio pampeano, abierto a la inmigración y al desplazamiento de población criolla en busca de tierras, también se ubicaban considerables sectores de población. En lo que por entonces se llamaba El Atuel o también Isla del Chalileo la radicación apuntaba, principalmente, a la cría de ganado, especialmente ovino, que por los buenos pastos se expandía rápidamente a lo largo del humedal. A principios de la década de 1930 había en la zona unos 60.000 vacunos y más de 400.000 ovejas; cuarenta años después esas cifras eran de 20.000 y poco menos de 150.000, respectivamente. Debe considerarse a estos efectos que por entonces el área en cuestión estaba muy alejada de los centros poblados, del ferrocarril y rutas transitables y que, como ya se ha dicho, carecía de fomento estatal (Cazenave, 1994).
Sin embargo aquellos primeros pobladores no desecharon la actividad agrícola de regadío y, pese a que son escasos los documentos de lugar y época, hay constancias de que ya en 1897 a través de la toponimia se rescata un sitio llamado “Chacras de Pío Laza”, elocuente porque en las zonas áridas argentinas la palabra chacra va asociada con cultivos (Cazenave, 1994). Es interesante señalar que, también en lo que hace a toponimia todavía hoy perdura un medio centenar de hidrotopónimos en lengua mapuche o española que dan testimonio indudable de las entidades fluviales que allí se dieron (Cazenave, 2006).
En el año 1909 el Estado Nacional creó en el Territorio Nacional de La Pampa la Colonia Agrícola Butaló, ubicada sobre el brazo homónimo del Atuel y con una superficie de 9.700 Has divididas en chacras de 100 has cada una (Alvarellos et al, 1982). Esta colonia prosperó en sus comienzos y fue poblada tanto por inmigrantes como por criollos. Sin embargo la falta de una estructura hidráulica adecuada a la zona (de escasa pendiente, anastomosada y sin obras de cabecera, con épocas de inundaciones y otras de magra) hizo que en algunos años comenzara a desgajarse y que prácticamente se abandonara la actividad agrícola, reduciéndose a la ganadería extensiva. En este caso nuevamente se advierte las desventaja que tuvo el territorio pampeano al depender políticamente por entero del poder central, radicado en Buenos Aires. De hecho la misma Colonia Butaló se ubicaba a unos 300 km de la capital territoriana, Santa Rosa, a la que estaba unida por caminos muy malos (Cazenave, 1984).