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Fundación Chadileuvu

Punto 09

9.- Contexto cultural


Las comunidades que habitan en cercanías de las zona afectadas por el corte del río Atuel son, étnicamente consideradas, de tres tipos:


a)    descendientes de indígenas aliados de los cristianos durante la llamada Conquista del Desierto, que fueron desplazados a tierras de escasa productividad impropiamente llamadas  “colonias”, ubicadas cerca del río Salado-Chadileuvú, colector del Atuel. Pertenecen a al grupo indígena llamado Ranquel, de lengua y cultura mapuche. Han permanecido relativamente aislados pero recién en los últimos años se han hecho esfuerzos –propios y ajenos-- para preservar sus rasgos de cultura originales, como la lengua, música, costumbres, medicina, etc Puede considerarse que están integrados a la cultura dominante. Explotan con ganadería extensiva sus reducidas parcelas. Guardan una memoria de su pasado a la que no es fácil acceder.

b)    Criollos, entendiendo como tales a quienes descienden de familias de raíz argentina originales de las provincias vecinas (especialmente San Luis, córdoba y Mendoza y aun Chile) y que llegaron al área tras su apertura por el Ejército Nacional, hacia a 1880 en adelante. Viven y trasmiten formas culturales impuestas y apreciadas por la cultura oficial; hablan un español con regionalismos cuyanos y tienen códigos de comportamiento y honor inherentes al antiguo gaucho. Casi en su totalidad son pequeños criadores de ganado. Es curioso advertir en ellos la condición transitiva que tiene La Pampa, tanto en su paisaje como en sus formas culturales; así tienen influencias marcadas tanto de la región cordillerana de Cuyo como de la llanura pampeana, que se manifiestan especialmente en su música y, menos, en sus danzas.

c)    Descendientes de inmigrantes. Son la tercera y cuarta generación de aquella primera gran oleada inmigratoria que llegó al país a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Su ascendencia está, especialmente, en España, los países árabes e Italia, en menor medida. Es frecuente que hayan prosperado en el comercio y se hayan integrado a la actividad agropecuaria zonal. Conservan poco de la cultura original de sus abuelos, aunque hasta la generación anterior muchos mantenían algo de la lengua paterna.

Es importante señalar que en todos estos grupos ha habido a lo largo de los últimos cien años una interacción cultural y étnica, con pocas actitudes racistas. Todos parecen situarse en el común denominador de la cultura criolla, acaso como resultado de la adaptación al medio. De hecho la tercera y cuarta generación de todos los grupos tiene patrones de vida y conducta muy similares.

La literatura zonal tiene fundamentalmente formas orales y en ellas se rescatan tradiciones caras al criollo: el coraje, la habilidad para andar a caballo, los hechos tenidos por sobrenaturales, las andanzas de bandoleros tipo Robin Hood, etc

En algunos aspectos las manifestaciones culturales se concretan de forma muy original y atractiva, tal el caso de las artesanías. En la zona se producen trabajos trenzado de cuero muy primorosos (lazos, llaveros, estribos y, todavía, “botas de potro”) lo mismo que bordados sobre piel de avestruz o tela. La abundancia de madera general el tallado de formas primarias de bates y macetas.

Pero donde la artesanía se manifiesta como una maravillosa supervivencia cultural es en los trabajos de hilado y telar donde las artesanas –mujeres fundamentalmente—hacen un proceso integral que arranca con la esquila de los animales, pasa por el teñido utilizando antiguas recetas vegetales y finaliza con la concreción de tramas plenas de armonía y misterio. Esos dibujos y colores en fajas, matras, peleros y ponchos expresan la tradición –ya perdida en su significado—de las más remotas culturas pampeano-patagónicas y suelen verse en algunas de las remotas pinturas rupestres que aparecen en la región.

También es importante destacar el papel que han tenido en la cultura zonal los medios de comunicación y, principalmente, la radio a transistores. Este medio, relativamente accesible a todos, acercó a la zona pautas de actualidad –no siempre positivas—que la integraron al resto de la provincia y el país. Muy importante resultó la información de los mercados económicos actualizados, que dotó a los habitantes de una herramienta poderosa para obtener precios justos por sus productos.

En la medida que los medios de difusión volvieron su mirada hacia “el interior profundo” la zona y su tragedia se vieron reflejadas en realizaciones de gran jerarquía periodística, literaria y artística, abriendo al público de las ciudades argentinas un panorama físico y humano insospechado hasta un cuarto de siglo atrás.

En lo que hace específicamente al área afectada por el corte del río hay dos hechos puntuales realmente singulares. El primero es el recuerdo del tiempo con agua a través de narraciones y canciones populares que mentan la circunstancia y la triste realidad. Ese hecho se integra a un movimiento similar originado en los que, para distinguir las raíces, podrían llamarse “poetas cultos” y que se conoce genéricamente como “Cancionero de los ríos”, que obra como una suerte de bandera reivindicativa en la provincia (Evangelista, 2009).

El otro hecho puntual es indicativo que no solamente el paisaje físico involuciona con la falta de agua. Muy esporádicamente, hubo épocas en que los reservorios de aguas arriba no tenían más capacidad de retención y no había más remedio que dejar que el agua siguiera su curso natural. Esos períodos llegaron a más de dos décadas en algunos casos. En ese lapso, prácticamente una generación, la población había olvidado la antigua topografía fluvial y construido sobre vías de escurrimiento o cercanas a ellas. El avance del agua causó muchos trastornos a las viviendas y también a la hacienda y a la circulación porque recreó muchas de las antiguas islas, donde dejó los animales apartados, y cortando cantidad de caminos y senderos zonales que intercomunicaban a los pobladores entre sí o con centros locales de servicios.

En esas circunstancias se dio que algunos de los descendientes de los pioneros que llegaron al lugar por las ventajas que daba el agua, después de tanto tiempo ausente renegaban de ella simplemente porque la necesidad los había obligado a una cultura de secano, sumiendo en el olvido los antiguos conocimientos.