Revista Cauce

Fundación Chadileuvu

Cauce AÑO 6, N° 75

CAUCE. REVISTA ELECTRÓNICA DE LA FUCHAD AÑO 6, N° 75

b_300_200_16777215_0_0_images_2019_cauce75.jpgEDITORIAL

Intento de interpretación de la problemática de los ríos de la pampa

Una extraña y compleja provincia ésta de La Pampa, construida en base a retazos de territorios: algo de pampa húmeda, una buena porción de Espinal y de Monte, paisaje patagónico y pradera pampeana. 

Breve historia la suya si se la compara con aquella de las provincias fundadoras (las representadas en el Congreso de Tucumán,  las que a su vez ya poseían identidad propia durante el Virreinato), más escueta aún si se tiene en cuenta el extenso período en que sólo fue Territorio (dependencia centralizada, dependiente del Poder Ejecutivo Nacional cuya población carecía de derechos políticos). Fue un largo período de más de  siete  décadas durante las cuales los destinos de La Pampa eran determinados en Buenos Aires y ejecutados por un Gobernador,  delegado del poder central, donde al pueblo constituía una ciudadanía de segundo orden a quien  sólo le era permitido votar para elegir a los representantes municipales.  

El Territorio Nacional de La Pampa fue fruto de la llamada “Conquista del Desierto” la cual para el gobierno central fue una guerra contra el indio. En realidad no existía tal espacio vacío considerado desierto pues desde hacía siglos el territorio estaba ocupado por pueblos originarios representados fundamentalmente por la etnia ranquel; tampoco fue guerra pues la asimetría de fuerzas (lanzas y boleadoras contra fusiles Remington) convirtió a la incursión militar en un desfile. Actualmente muchos historiadores y quienes sin serlo han tratado de penetrar en estos sucesos, consideran que aquel acto bélico consistió lisa y llanamente en un genocidio. El territorio de lo que sería muchas décadas después la actual provincia de La Pampa fue trazado con regla y escuadra siguiendo los meridianos y paralelos, con sólo un límite natural, el del río Colorado al sur. Así se delimitó ese gran vacío originario que llegaría a ser nuestra provincia, vaciado el territorio de sus primeros habitantes.

El diario del viaje de Luis de la Cruz desmiente de manera terminante la realidad de ese desierto originario sobre el cual se basó la Campaña. En su colorido e interesante relato, el Alcalde Provincial del Muy Ilustre Cabildo de la Concepción de Chile narra el viaje de 1806 desde Ballenar en la Capitanía General de Chile hasta Melincué en el Virreinato del Río de la Plata, en el cual atraviesa de sudoeste a noroeste todo el que llegaría a ser Territorio de La Pampa. En su diario de la Cruz da cuenta de nutridas poblaciones gobernadas por caciques, muchos de los cuales él distingue por su inteligencia, sabiduría y diplomacia y brinda testimonio de una muy interesante organización social. Aquellas tierras en realidad pasaron a ser desierto a posteriori de la campaña de Roca. Curiosamente quién programó el genocidio tiene grabada su imagen en el papel moneda nacional,  monumentos, calles y ciudades llevan su nombre;  aunque si se piensa un poco llegaríamos a la conclusión que esto no resulta tan extraño en un país donde víctimas y victimarios poseen monumentos y comparten nombres de calles en las mismas ciudades como es el caso de Dorrego fusilado por Lavalle bajo la autoría intelectual de Salvador María del Carril (también con calle propia).

Y así nació este desierto inicial que como el resto de la tierra arrebatada a sus pobladores originarios en otras regiones: unas 15 mil leguas cuadradas de acuerdo con Estanislao S. Zeballos (casi 35 millones de hectáreas), fue entregada por cientos de miles de hectáreas; una parte fue repartida entre los que participaron en la campaña: oficiales y tropa, el resto en superficies que superaban a veces las 300 mil hectáreas le fue otorgada a terratenientes, la mayoría pertenecientes a la Sociedad Rural Argentina. Gran parte de la tierra que  fuera entregada a los integrantes del ejército pasó a ser posteriormente propiedad de los mismos que ya habían acaparado la mayor superficie de la pampa húmeda, por lo general vendidas a precio vil.

Esto sucedió contra la opinión de Sarmiento, Avellaneda y otros notables quienes habían propiciado la división de la tierra en superficies menores que permitiese la concreción de una autentica clase de “farmers” al estilo de los Estados Unidos, hecho que hubiera permitido un desarrollo agrario muy diferente al que sucedió. Podría decirse que el llamado “Desierto”: millones de hectáreas de las tierras más fértiles del mundo fueron casi donadas. Nuestra futura provincia de La Pampa formó parte de ese botín.  

La que con el tiempo sería la provincia de La Pampa fue primeramente incluida en el Territorio de La Pampa Central y a partir de 1884 la ley nacional 1532 instaura el Territorio Nacional de La Pampa que tendría vigencia hasta 1951 cuando por dictamen de la ley 14037 se crea la provincia, la cual inicialmente, en 1952, fue llamada Eva Perón hasta 1955 cuando recibe el nombre de Provincia de La Pampa, el cual perdura hasta nuestros días. 

 El presente está implícito en el pasado y el pasado es historia y esta historia ha marcado a fuego el devenir pampeano.  El ex territorio heredó un gran vacío poblacional,  ese espacio sin límites y el ferrocarril fueron inicialmente los grandes atractivos para que una pléyade  de inmigrantes, en su gran mayoría de ascendencia europea, se asentara en el Territorio. El incremento poblacional y la fundación de pueblos a la vera de la red ferroviaria fue muy rápido entre fines del siglo XIX y primeras décadas del XX pero su evolución fue ralentizándose con el paso de los años, para colmo a partir de la segunda mitad de la década del 30 todo el territorio pampeano sufrió una terrible sequía que obró como gran expulsor de la población rural hacia los pueblos y a otros territorios y provincias.

El Territorio Nacional, nuestra futura provincia, se fue conformando desde el punto de vista poblacional con una muy baja densidad demográfica, de las menores del país (de acuerdo con el Censo Nacional 2010, sus 2,43 hab./km2le confiere el puesto 23 en el concierto nacional,  sólo Santa Cruz está detrás), para dar una idea comparativa de esta debilidad poblacional basta decir que de acuerdo con dicho Censo Nacional, la suma de dos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Palermo (225.245) y Caballito (170.309) superan largamente los 318.951 de La Pampa, repartidos en una extensa superficie de 143.440 km2la cual representa un área mayor que la de numerosos países europeos como Grecia, Bulgaria o Hungría y de países americanos como Cuba, Honduras y Guatemala.

Desde el punto de vista geopolítico la demografía pampeana adolece de otra coyuntura de suma importancia para su desarrollo: la mayor parte de su población está concentrada en una estrecha franja que va desde el límite con la provincia de Buenos Aires al este y sigue aproximadamente el trayecto de la ruta nacional 35 al oeste. Sobre este estrecho territorio de unos 70 km de ancho que coincide en buena medida con el trazado de la isohieta de 600 mm la cual atraviesa el territorio provincial en sentido noreste-sudoeste, se asientan la casi totalidad de los centros urbanos de importancia, incluyendo Santa Rosa, la capital (103.241, censo nacional 2010) y General Pico (65.438). Esa estrecha porción del territorio resulta la más favorecida desde el punto de vista de la precipitación pluvial para el desarrollo de los cultivos y la ganadería, principales representantes del producto bruto geográfico de La Pampa si se exceptúa el sector servicios. Esta ocupación territorial asimétrica, con una extensísima porción territorial situada al oeste de la isohieta de 600 mm ha sido el origen de muy distintos niveles de desarrollo territorial.

La problemática planteada precedentemente ha derivado en una muy dificultosa capacidad de incorporar mano de obra, hecho que en la actualidad incide de manera preponderante sobre la demografía pues la poca capacidad de incorporar población al medio productivo actúa expulsando habitantes (sobre todo jóvenes) hacia otras regiones más propicias. La agricultura y la ganadería extensivas,  principales actividades productivas de la provincia no se caracterizan por brindar posibilidades ocupacionales. 

A principios de la década del 60 el gobierno provincial instrumentó el “Sistema de Aprovechamiento Múltiple del Río Colorado en Colonia 25 de Mayo”, un emprendimiento fruti-hortícola llamado a radicar un importante polo de desarrollo mediante la irrigación de una vasta superficie localizada sobre el río homónimo, en el confín sudoeste de la provincia. Fue una importante acción del estado provincial para incluir un potente motor de desarrollo, el cual al cabo de 30 años pudo visualizarse que no prosperó, esto sucedió por diversos motivos cuyo análisis escapan a los objetivos de estas páginas. 

Probablemente uno de los factores que más ha actuado de manera adversa en relación con el desarrollo pampeano ha sido la baja capacidad para generar industrias, principal fuente generadora de ocupación. Nuestra provincia, por su reciente inserción en la historia nacional no ha podido participar del “Acta de Reparación Histórica” firmada en 1973 entre la Nación y las provincias de La Rioja, Catamarca y San Luis, la cual permitió impulsar un proceso de industrialización en dichas provincias, sobretodo en San Luis.

El subdesarrollo que señalamos puede ser caracterizado de relativo porque la población de La Pampa goza de una calidad de vida superior a la de otras provincias pues paradójicamente, debido a su escasa población, posee una baja tasa de desocupación (la alta ocupación en la administración provincial y la expulsión de mano de obra actúan como válvulas de seguridad para mantener el statu quo ocupacional), además la calidad de la salud pública y la educación es alta; en cuanto al nivel salarial, La Pampa se encuentra en el puesto undécimo en el ranking nacional.

¿Es posible conjeturar alguna conclusión sobre la problemática pampeana a partir del análisis precedente? Yo arriesgaría dos hechos que me parecen de mayor trascendencia: la cuestión poblacional y la tardía inserción de la provincia en el concierto nacional; ambos hechos conducen a una  realidad fundamental: la poca densidad política de La Pampa en relación con otras provincias; si redujésemos este aspecto tan sólo a la representación parlamentaria vasta decir que nuestra provincia está representada por 5 diputados en el parlamento nacional mientras que la gigantesca Buenos Aires tiene 70 y Mendoza, nuestra contrincante en la problemática hídrica, posee 10; esta proporción está conectada con la cantidad de votantes de cada provincia: resulta obvio que la provincia que posee más peso electoral tiene mayor capacidad de presión sobre el gobierno central. Por otra parte, la tardía provincialización y un Territorio Nacional tutelado muy desaprensivamente por el Estado Nacional posicionó a la provincia de La Pampa en una situación desventajosa desde su origen.    

Todo este largo prolegómeno ha sido para contextualizar los testimonios sobre la historia de nuestros ríos robados. La Pampa es una de las pocas provincias cuyas vías hídricas nacen fuera de sus límites (a veces en lugares bastantes remotos); podríamos homologarla con las provincias mesopotámicas, donde el Paraná y el Uruguay tienen sus nacientes en Brasil, sin embargo, al parecer ha sido posible alcanzar acuerdos compartidos con Brasil y Uruguay sobre la realización de obras de represamiento sin llegar a situaciones de conflicto, mientras que cuando la vía hídrica discurre dentro de nuestro país esa posibilidad se ha mostrado ímproba: tomemos por ejemplo el caso del Atuel, en su análisis podremos aplicar todo el contexto tratado precedentemente. El proyecto del Nihuil tiene una muy larga historia porque comenzó a tratarse a principios del siglo XX y en 1938 se iniciaron los estudios tendientes a construir una represa sobre dicho río en el Departamento San Rafael de la provincia de Mendoza, en 1940 es votada la ley que autorizó al Poder Ejecutivo Nacional a firmar un acuerdo con Mendoza para construir una represa destinada a la irrigación y la producción de electricidad, en 1942 se inició su construcción la cual finalizó en 1947. El General Perón, a la sazón Presidente de la Nación, inauguró la obra que permitió crear dos oasis de riego en el sur de Mendoza, además de la producción de  energía eléctrica. Como era de prever, el curso de agua se secó en todo el transcurso pampeano, sus cauces (cinco en las mejores épocas) se convirtieron en sendas heridas abiertas en el oeste pampeano dando origen al éxodo de la población asentada en sus márgenes, un vasto humedal formado por la confluencia del Atuel con el Chadileuvú, se secó y un ecosistema que alcanzaba una superficie de 9000 km2 (90.000 ha),  cuyos pastos eran utilizados fundamentalmente para la cría de ovinos,  fue transformado en un arbustal improductivo, el desierto del oeste pampeano se incrementó en ciento de miles de hectáreas.

 ¿Quiénes fueron los responsables de ese despojo?, aquí podemos evocar la nula defensa que hizo Nación de los territorios que tutelaba. Andando el tiempo, una vez provincializado el Territorio, las autoridades de nuestra provincia comenzaron a reclamar por el despojo y aquí surge el tema de nuestra debilidad política: los gobiernos nacionales miraron para otro lado y Mendoza tomó el caso como un hecho consumado: para ellos el cauce del río comenzaba y terminaba dentro de los límites provinciales.  La Pampa fue pertinazmente ignorada hasta que se decidió llevar el diferendo ante la  Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), la cual mediante un fallo emitido en 1987 dictaminó la interprovincialidad del río pero con la ambigüedad que suelen tener sus fallos, decidió que lo referente al tránsito del río por La Pampa debía surgir del diálogo amistoso entre ambas provincias. ¿Fue debilidad política lo que llevó a considerar al fallo como un triunfo total lo que es posible calificar de semi-triunfo o semi-derrota o triunfo pírrico? Aceptar un río interprovincial seco seguramente es preferible a que perteneciera solo a Mendoza como era su pretensión; pero la cláusula que establece que antes de entregar agua a La Pampa, Mendoza debe tener recursos hídricos suficientes para irrigar unas 75 mil hectáreas parece derivada de la literatura surrealista: cómo regar esa superficie con un  río cuyo módulo histórico no lo permite; sin embargo esta disposición le ha servido a Mendoza para justificar porfiadamente su incapacidad para entregarle a La Pampa un solo metro cúbico de agua.

Podría decirse que hasta casi promediar  el siglo XX, el territorio pampeano estuvo surcado por tres ríos: Atuel, Salado/Chadileuvú y Colorado,  a esta altura del siglo XXI con alguna seguridad sólo nos queda el Colorado. No eran riachos o simples arroyos los que desaparecieron: hasta principios del siglo XX el curso del Salado/Chadileuvú formaba parte de una vía hídrica de 1500 km de longitud la cual tenía su origen en el Cerro del Bonete en el confín de La Rioja y Catamarca y desaguaba en el Océano Atlántico luego de que sus aguas eran vertidas en el Colorado mediante el Curacó.  A lo largo de su curso recibe diferentes nombres: Vinchina, Bermejo, Desaguadero, Salado, Chadileuvú y Curacó. El Atuel confluía en ese eje fluvial, anastomosándose en un intrincado delta que formaba el vasto humedal ya mencionado. 

El caudal de este sistema permitió proyectar entre fines del siglo XIX y principios del XX el trazado de un canal que posibilitara el traslado de la producción cuyana por vía fluvial hasta el Atlántico, abaratando considerablemente el costo del transporte. Un artículo escrito por el ingeniero Rodolfo E. Ballester (“La Utilización del Río Colorado”) publicado en 1932 en el boletín “La Ingeniería”, Órgano Oficial del Centro Nacional de Ingenieros da cuenta de los intentos de construir dicho canal. Transcribiremos algunos fragmentos del mencionado artículo por considerarlo de sumo interés como demostración del despojo histórico sufrido por éste sistema hídrico: Conquistado el desierto nacen los propósitos de utilización de los ríos. En 1896 Don Ángel Floro Costa y Compañía se presentan al Congreso pidiendo la concesión para construir un canal de navegación desde San Rafael (Mendoza) hacia el Atlántico pasando por el Atuel, Chadileuvu y Colorado, al que unían un pedido de tierras para colonizar, solicitud que mereció despacho de la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados. 

El ingeniero Luis A. Huergo publicó en 1902 su obra “Navegación Interna de la República Argentina”. Dedica un capítulo al sistema del Colorado y hace ver la falta de estudios serios de la empresa Costa antes citada para fundamentar la concesión que solicita. Analiza el informe del ingeniero Cipolletti publicado dos años antes, que preparado bajo el punto de vista exclusivo del regadío, no toma en cuenta para nada la navegación. Expresa que sin esta no habrá riego útil por falta de vías de comunicación, manifestando que deben combinarse y que debe construirse un canal de navegación del río Colorado a Bahía Blanca.

Para mejorar el régimen del río Colorado indica la conveniencia de aumentar el embalse natural del lago Carri-Lauquen lo que permitirá derivar canales de alimentación hacia los ríos Chadileuvú y Curacó.

En 1908, volviendo a la idea de la empresa Costa se dictó la Ley 5564, que autorizaba al Poder Ejecutivo para practicar los estudios necesarios para hacer navegables los ríos Desaguadero, Salado y arroyo Curaco desde las lagunas de Guanacache  hasta el río Colorado para embarcaciones de porte no menor de trescientas toneladas.

Finalmente en 1910 el ingeniero Genta presentó al Congreso Científico Internacional Americano una memoria proponiendo un canal de navegación del Colorado a Bahía Blanca.

Sin embargo el ingeniero Ballester expresa sobre el estado de los ríos en su artículo publicado varias décadas después (1932): A veces llega por el Curacó a la altura de Pichi-Mahuida un hilo de agua que cada día se hace menos importante con la extensión de los riegos con los ríos San Juan y Mendoza que son las fuentes originarias de tal afluente. Pero este hilo de agua es tan insignificante que no puede computarse al régimen general del Colorado A diferencia de lo sucedido con el Atuel donde el curso del río se cortó de manera abrupta, el sistema Desaguadero-Salado/Chadileuvú fue desapareciendo paulatinamente durante más de un siglo al compás de los embalses que se fueron realizando sobre los ríos cordilleranos que vertían sus aguas en el Desaguadero: el dique Cipolletti, primera represa construida sobre el río Mendoza fue inaugurada en 1890, el último de la serie fue Punta Negra sobre el río San Juan, inaugurado en 2015. Cada uno de los ríos cordilleranos (Jachal, San Juan, Tunuyán, Diamante, Atuel tienen al menos una obra de represamiento; el punto final del Salado fue la instalación del citado Punta Negra construido sobre el principal afluente del Desaguadero y aún está en construcción El Tambolar sobre el mismo río. Esta situación fue el fruto de un federalismo mal entendido donde cada provincia solo tuvo en cuenta su propia conveniencia sin considerar el costo ambiental del conjunto de la cuenca ni las previsibles consecuencias en las provincias abajeñas, cada una de estas obras fue realizada con la anuencia y financiamiento del Poder Ejecutivo Nacional; La Pampa, situada en el extremo meridional del sistema fue quien pagó el más caro tributo a la escasa visión nacional de muchas personalidades a lo largo de más de un siglo.

“Testimonios de los ríos robados”, el libro producido por la Fundación Chadileuvú, recoge los registros grabados en distintas ocasiones por miembros de la FUCHAD con el objeto de guardar un importante testimonio de gente que ha vivido a la vera de los ríos robados y sufrió las contingencias de su agostamiento, así podrán leerse los relatos de pobladores que debieron sumarse al éxodo al ver como sus rebaños morían debido a la falta de agua para bebida y de pastos, pero sobre todo a la carencia de agua para consumo humano cuando los jagüeles cavados en el lecho del río se contaminaron y finalmente secaron. Algunos moradores persistieron en sus puestos, tercamente, tozudamente, quizás con la esperanza de que la situación cambiara pero la mayoría emigró, fue una verdadera catástrofe ambiental y el gran desierto pampeano del oeste aumentó enormemente su superficie. Además de los testimonios de pobladores se incluyen publicaciones realizadas por reconocidos escritores como  Juan Sasturain y Anibal Ford  e incluso del naturalista Juan B Ambrosetti quienes han recorrido la zona en diferentes épocas y plasmado en sus escritos el drama del oeste pampeano.

En las transcripciones y revisiones de las entrevistas hemos procurado seguir con la mayor fidelidad el mensaje del entrevistado, algo bastante dificultoso en ciertas ocasiones porque la comunicación oral posee un entramado que no siempre coincide con el texto escrito. En no pocas ocasiones hemos advertido reiteraciones que preferimos consignar pues nos pareció que dichas reiteraciones respondían al deseo del entrevistado de enfatizar ciertos hechos, también podrá observarse algún desorden en el relato debido a que elegimos la fidelidad antes que modificar la estructura del mensaje. Asimismo se ha encontrado algunas discordancias entre las narraciones de los entrevistados probablemente debido a distintas visiones de un mismo suceso.   

La Fundación Chadileuvú ha venido bregando desde su creación en 1984 por la causa de los ríos pampeanos, muchas veces en soledad. Personalidades de nuestra provincia han militado en dicha causa y hoy su memoria nos acompaña desde otros rumbos: mencionaremos a Omar Munuce, Héctor Tito Torroba, Leopoldo Casal, Raúl Celso Datri, Santiago Giai y Miguel Malán entre otros. Esta obra tiene la pretensión de rendirles un merecido homenaje a todos ellos.

Actualmente nuestra lucha solitaria está cambiando: en el 2014  el gobierno pampeano ante la total indiferencia de los gobiernos mendocinos y la ausencia absoluta del diálogo propiciado por el fallo de 1987,  volvió a recurrir a la Suprema Corte; también se han realizado ingentes actividades tendientes a concientizar a todos los habitantes de La Pampa respecto de los ríos robados: publicidad en diversos medios, inclusión de la problemática en los programas escolares, etc.; por otra parte han surgido otras organizaciones como la Asamblea de los Ríos que también han asumido la militancia por la causa de nuestros ríos;  desde hace varios años UTELPA, la institución que agrupa a los docentes pampeanos, viene compartiendo estrechamente nuestras acciones así como otras agrupaciones de trabajadores. Todo esto nos da mayor impulso para continuar nuestra lucha y alienta la esperanza de que La Pampa en un tiempo no muy lejano vera nuevamente correr sus ríos. Por otra parte queremos hacer un fuerte e imperioso llamado para que el Colorado, el único río que nos queda, continúe su curso sin sobresaltos pues el proyecto de construcción de la represa Portezuelo del Viento sobre el río Grande (provincia de Mendoza) representa una nueva  amenaza. Teniendo en cuenta lo sucedido con el Nihuil es posible citar el popular adagio: “El que se quemó con leche ve la vaca y llora”

Alberto Daniel Golberg

RÍOS PAMPEANOS E INFORMACIÓN MEDIO AMBIENTAL

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