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Fundación Chadileuvu

Inundaciones evitables

b_300_200_16777215_0_0_images_2017_2401826h765.jpgFue un sabio, pero autodidacta. Cobró fama como naturalista, climatólogo, geólogo y antropólogos. Estamos hablando de Florentino Ameghino, un científico que llegó a asesorar a los gobiernos habiendo sido librero y maestro de escuela en sus comienzos. Antes que terminara el siglo XIX Ameghino recorrió la Cuenca del Salado, zona castigada persistentemente por sequías o por devastadoras inundaciones en la provincia de Buenos Aires.


Para Ameghino, según una Memoria que escribió especialmente, las causas de las inundaciones y los medios de evitarla estaba, íntimamente ligadas a las sequías. Ameghino sentenció: “Todo esfuerzo y todo trabajo que tendieran a evitar sólo uno de esos males, Sin tomar en cuenta el otro, ocasionaría más perjuicios que beneficios”.

Propuso trabajos urgentes de nivelación, y la excavación de canales de desagüe. Insistió en buscar todos los medios para llevar al Océano lo más rápidamente posible las aguas pluviales, evitando el desborde de los ríos y las consecuentes inundaciones. 
Cuando se habla de la Cuenca del Salado nos referimos a una extensión de 186.000 kilómetros cuadrados, contando las lagunas, donde vive un millón de habitantes y donde se produce entre el 25 y el 30% de toda la producción de granos del país y alimenta a gran parte del ganado. Incluye 56 de los 134 municipios de toda la provincia de Buenos Aires.

Las inundaciones persisten, agobian, paralizan e inutilizan la región. Todo comenzó a agravarse desde la década del setenta.En 1978, en un solo año hubo 9 inundaciones. En 1980 cubrieron 9.500.000 de hectáreas. El desborde de las aguas en 1993 afectó a 6.500.000 de hectáreas. Y el fenómeno del 2001 generó pérdidas gigantescas por u$s 700 millones porque arrasó con casi 1.400.000 hectáreas.
Este año volvió a repetirse el desastre y cabe preguntarse qué ocurre con las obras que se prometieron, oficialmente, para paliar el paso arrasador de las aguas.
La provincia elaboró un Plan Maestro que comprende la canalización y remoción de obstáculos a lo largo de la traza del río Salado, el relleno de zonas deprimidas con los productos de las excavaciones, la construcción de varios puentes y vertederos de hormigón.

El agente financiero es el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y su objetivo es gestar “infraestructuras que permitan mejorar la competitividad de la economía y generar las condiciones necesarias para alcanzar un progreso sustentable”.

El acuerdo se suscribió en junio de 2003 y por la provincia se hizo cargo del Ministerio de Infraestructura, Vivienda y Servicios Públicos. Sobre un total prometido de u$s 180 millones, el BICE facilitó u$s 30 millones. Se sumó al importante proyecto el Fideicomiso de Infraestructura Hídrica. 
Los trabajos comenzaron, pero en algunos tramos y no han concluido. Un equipo de técnicos dirigido por el diputado nacional Carlos Brown (peronismo opositor) ha investigado el destino de los fondos y se encontró con algunas sorpresas. Según el Informe que elaboraron a partir de 2006, luego en 2007 y también en 2008 no se asignaron recursos de infraestructura a las áreas rurales productivas de la provincia de Buenos Aires.

Esos fondos se derivaron a zonas urbanas, especialmente del Gran Buenos Aires. Así, La Matanza, Quilmes, Merlo y Florencia Varela empezaron a recepcionar los dineros del Fondo Hídrico Nacional. Los críticos de este cambio de rutas hablan de un interés electoralista del gobierno, porque el Gran Buenos Aires tiene la mayor cantidad de habitantes, es decir el mayor volumen de votos . 


Según cálculos las obras prometidas en el Plan Maestro de la Cuenca del Salado sólo llegaron al 20% de lo programado.

La inundación de este año representa pérdidas, hasta ahora, cercanas a los $ 4.800 millones (u$s 1.000 millones cambio oficial, aproximadamente). Este monto, según el equipo de técnicos equivale al total de la inversión faltante para concluir las obras pendientes de la Cuenca del Salado y solucionar definitivamente el problema de los anegamientos. 


Esta ausencia de operatividad en la Cuenca del Salado es una fotografía perfecta de la paralización de obras indispensables en el país, no sólo por paralizaciones o demoras inexplicables sino por decisiones que llevan a canalizar fondos hacia otras zonas (malversación?!), desvirtuando el espíritu inicial. En el 2012 la Argentina no puede seguir enfrentando pérdidas como la que estamos padeciendo por inoperancia o por caprichos políticos.-

Lo que se decía el 20 de Septiembre de 2012