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Fundación Chadileuvu

Punto 03

3.- Contexto geográfico


El río Atuel nace en la laguna homónima, en la alta cordillera de los Andes, sobre los 3.000 msnm. Después de su salida del cordón montañoso con dirección oeste-este y tras superar una zona de indefinición hídrica donde recibe un afluente, atraviesa el bloque de la Sierra Pintada, donde ha labrado un impresionante cañón en el que se registran aprovechamientos hidroeléctricos y en cuyo comienzo se ubica el dique de cabecera, El Nihuil, que embalsa las aguas y asegura el riego y la producción de hidroelectricidad en el sur mendocino.

Después de atravesar la Colonia Alvear tuerce su rumbo hacia el sur y sufre una crisis de pendiente que hacía originalmente que se dividiera en dos brazos principales. A medida que avanzaba hacia La Pampa aparecían nuevas divisiones e islas hasta conformar lo que algunos descriptores han llamado “delta interior”, aunque en realidad se trata de un sistema anastomosado (Strahler, 1980).

Al territorio de La Pampa entraba, antes de su alteración antrópica, por cinco brazos, tres principales, de este a oeste: Atuel Viejo, Butaló y Arroyo de la Barda, y dos secundarios: De las Tinajeras y De los Ingenieros. El Atuel Viejo confluía con el Salado-Chadileuvú no lejos del límite con Mendoza; el Butaló se prolongaba en territorio pampeano 170 km, hasta confluir cerca de Limay Mahuida y el De la Barda finalizaba en un sistema lagunar, que a menudo se conectaba al resto del humedal, después de recorrer unos 60 km, aunque el nivel de finalización variaba en el tiempo, según las avenidas (Medús et al, 1980; COPDRIP, 2004).

En la actualidad el río en Mendoza tiene un caudal medio de alrededor de 32 m3/s. Observada en fotografías aéreas o imágenes satelitarias toda la zona aparece como un gran corredor de forma ahusada de unos 300 km de largo por ancho variable, de textura claramente fluvial. A mayor escala se advierten multitud de paleocauces y cauces abandonados, así como restos de bañados y lagunas, parte de los cuales ha sido colonizado por el bosque xerófilo.

Los hechos objetos de demanda –es decir: la falta de agua por apropiación indebida desde hace casi un siglo-- se sitúan a lo largo del cauce del río Atuel, con causa principal en el dique El Nihuil. El área perjudicada por la ausencia de agua comienza en el final de la zona bajo riego, aproximadamente sobre los 35° S y se prolonga hasta los 37° 30', en cercanías de la localidad de Limay Mahuida, en La Pampa, donde confluía el último de los brazos del Atuel, llamado Butaló. De ese tramo  el paralelo de 36° S marca el límite norte de la actual provincia de La Pampa, por lo que queda en evidencia que el río entraba en La Pampa unos 170 km. A lo largo de ese recorrido estaba la antigua zona de bañados y lagunas, comprendidas por el colector Salado-Chadileuvú a oriente y el brazo del Atuel a occidente, cursos que constituían una especie de Mesopotamia en el desierto pampeano-patagónico.

La acumulación fluvial ha hecho que el área, salvo en algunas zonas, sea de escasa pendiente. Sin embargo el tiempo transcurrido y la acción de los vientos sobre un ambiente francamente desértico ha creado y trasportado dunas, creando un microrelieve arenoso en vastas zonas áridas.

Fitogeográficamente la zona se inscribe en la llamada Provincia del Monte argentina, netamente xerófila.

La zona en cuestión se ubica dentro de la llamada Región Mediterránea de la Argentina, en un ámbito de estepa desértica y semidesértica (Daus, 1981). Originalmente –siglo XIX y anteriores--, la región era atravesada por las llamadas “rastrilladas”, caminos indios que seguían líneas de aguadas y que cruzaban los ríos en unos pocos pasos estratégicos (Díaz Zorita, 1979). Con el avance de los cristianos (denominación genérica para el hombre de raíz europea) aquellos se trasformaron en rutas y carreteras. En la actualidad algunas de ellas han cobrado notable proyección al buscarse una conexión con los puertos de aguas profundas del océano Pacífico.

Si bien la zona en su estado prístina aparecía como muy factible para la colonización de índole agroganadera (De la Cruz, 1969; Day (en CIG, 1983); Cazenave, 1984) la desertificación a la que fue sometida por la apropiación de caudales aguas arriba, acabó transformándola en un área poco menos que olvidada mientras La Pampa dependió de la Nación , y con escasas posibilidades al ser Estado Federal. En la raíz de ese estancamiento estaba y está el agua para consumo animal y humano (obviamente también para posibles cultivos). Los escurrimientos fluviales eran la única posibilidad ya que las lluvias son escasas y las capas subterráneas de mala calidad. Al cesar los escurrimientos una ringlera de poblaciones en formación junto a los negocios situados junto a los ríos, languideció y murió rápidamente (CIG, 1983; Cazenave, 1984)

Esas condiciones hicieron que únicamente quedaran arraigados algunos pobladores culturalmente identificados con el medio. Así, en algunas de las divisiones políticas afectadas por el corte del agua –Departamentos— se registran  densidades poblacionales entre las más bajas del país y, en ciertos casos, del mundo (Cazenave, 1984).

Cabe señalar que, aplicando un criterio moderno de uso de la tierra, en condiciones originales gran parte del huso fluvial desecado posteriormente se prestaba a la formación de un área reservada o parque natural por las particulares condiciones de la biota, que aparecían como anomalías en medio del desierto que la circundaba al este y al oeste.